En tiempo de pandemia COVID-19, ha surgido el cuestionamiento frente a la normalidad, ¿acaso este concepto es inmutable, y la normalidad es la misma para todos? Para comenzar se debe enfatizar en el hecho que la interpretación de la realidad no es la misma para los individuos y tampoco para las diversas culturas que existen en el mundo, es por ello que es válido el cuestionamiento sobre la veracidad de mis opiniones o la doxa griega es conocimiento verdadero, si la opinión es una interpretación objetiva de lo real.
La normalidad y la realidad, entonces son conceptos que se derivan de la interpretación de las culturas y del lenguaje y de lo que se considera como paradigma para resolver los problemas, es decir de los conceptos de la verdad, es por ello que lo normal no es lo mismo para todos, porque la verdad tampoco lo es; la capacidad crítica para ver las cosas y discutir mis opiniones con los demás, permite la generación de conocimiento o episteme, de acuerdo a los griegos, por eso la intersubjetividad y la comunicación o el lenguajear de Humberto Maturana, conduce a una aproximación mayor de lo que es la realidad, es decir la intersubjetividad produce nuevos conocimientos e incluso nuevas culturas, que tienen sus propios conceptos de lo que es normal.
En este momento podemos plantear que hay muchas normalidades, entonces frente al cuestionamiento de ¿a qué normalidad, se desea regresar? Traza una complejidad que probablemente no podamos responder adecuadamente, además se debe tener en cuenta que durante la pandemia han surgido nuevas normalidades que antes, pensábamos como imposibles, por ejemplo la generalización y el mejoramiento de los mecanismos en educación virtual, desde la básica primaria hasta el postgrado, con consecuencias positivas y negativas, que han dependido en gran parte de los niveles socio-económicos de las familias; aunado a lo anterior, se ha generalizado también la discusión y por ende la creación de acuerdos o de realidades intersubjetivas que permitan una mejor comprensión de los que nos rodea, es decir de lo real.
El estímulo a la interacción y a la confrontación para la creación de acuerdos con otros, será de los mayores retos que traerá el periodo post-pandémico, la individualidad ha crecido, y el confinamiento no solo en las casas, sino en realidades individuales ha generado que tengamos escases de realidad y una mayor apatía por lo que sucede fuera de nuestra normalidad, la capacidad crítica también disminuye a un ritmo acelerado, y las personas creen en lo primero que escuchan o leen, porque no hay puntos de referencia ni de comparación, entonces las normalidades sin crítica se imponen con mayor facilidad y así los fanatismos florecen y se crea una cultura de imponer la verdad, no de convencer que mis conceptos son verdaderos, sino de destruir los que van en contra de mi opinión, individual y probablemente falsa.
El 28 de octubre de 2020 BBC News, publica el artículo "Los 'nativos digitales' son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres", haciendo referencia al libro del neurocientífico Michel Desmurget, "La fábrica de cretinos digitales", en el que refiere que a nivel mundial los investigadores observaban que el coeficiente intelectual aumenta de generación en generación, pero recientemente esta tendencia empezó a invertirse; continua describiendo que el coeficiente intelectual se ve influenciado por factores como los sistemas de salud, la contaminación, la nutrición y en países que son estables socio-económicamente y con niveles de pobreza bajos, las generaciones denominadas “nativos digitales”, son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que el de sus padres, y la exposición temprana a las pantallas y por largos periodos de tiempo se ha convertido en uno de los principales factores para que este resultado se esté dando, indicando por ejemplo que se ha demostrado en estudios científicos que cuando aumenta el uso de la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo disminuyen.
Para finalizar es importante cuestionarnos ¿Cómo la Pandemia COVID 19, ha influido en que tengamos una menor interacción social y familiar y una mayor exposición a las pantallas digitales?, probablemente acelerando este proceso en que los niños disminuyen su inteligencia y sus capacidades cognitivas. Esto no significa que irresponsablemente neguemos el peligro de la pandemia aún vigente, aunque hay quienes opinan que COVID 19 es un invento para controlar la sociedad, esto es tal vez la carencia de capacidad crítica de la que hablamos con anterioridad.
La Pandemia COVID 19 debe estimular la creación de estrategias que permitan proteger nuestra salud física y prevenir una muerte prematura, pero al mismo tiempo se debe prevenir la escasez de interacción social, principalmente en los niños y es aquí donde los modelos pedagógicos, familiares e institucionales deben renovarse para la construcción crítica de la sociedad y no hacia un modelo de repetición y obediencia ciega al sistema y al conocimiento obsoleto.
Edwar Javier Manrique Corredor
Doctor en Investigación Clínica
Universidad Miguel Hernández de Elche
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