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Foto del escritorSilvia Manrique

Educación, inmunidad, familia y covid 19


Desde el inicio de la pandemia COVID 19 la educación ha sido un tema de debate, bien sea por la implementación de las clases virtuales, por la falta de equipos y conectividad para acceder al aprendizaje de manera adecuada, por los inconvenientes presentados por las familias para continuar con los pagos en los diferentes entes educativos, y por un sinfín de cuestionamientos en torno a este aspecto. Sin embargo la mayoría de veces que hablamos de educación, lo hacemos desde el punto de vista cognitivo, olvidando la importancia que representa en estos momentos la educación emocional.


Bisquerra (2000:243) define la educación emocional como: Un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con el objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se planten en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social.


Al preguntarnos porque en estos momentos es importante tener una buena educación emocional, debemos primero entender cuáles son las emociones, sentimientos y sensaciones que puede producir la situación actual. A lo largo de la historia el ser humano se ha enfrentado a grandes cambios, grandes retos, guerras, crisis económicas y pandemias, lo que conlleva a respuestas emocionales negativas como el miedo, la ansiedad, el estrés, el pánico y la depresión.


Ahora bien, si pensamos en el ser humano como un todo, mente – cuerpo –sentimientos – emociones, debemos tener en cuenta que el control de las emociones negativas, es decir nuestra salud emocional tienen un efecto directo sobre la salud física. El sistema de defensa de nuestro organismo, el sistema inmune, es sensible a presentar trastornos y alteraciones en su funcionamiento a causa de las ya nombradas emociones negativas. Sustancias segregadas durante los estados de estrés, ansiedad y depresión pueden generar en algunos casos hiperactividad en el funcionamiento del sistema inmunitario, como por ejemplo segregando sustancias pro-inflamatorias como las llamadas citocinas pro-inflamatorias. En otros casos, los efectos de las emociones negativas sobre la inmunidad se observan como una disminución en la puesta en marcha de los mecanismos de defensa, por consiguiente habrá una respuesta disminuida frente a las infecciones.


Pero, ¿cuál es la importancia en esta conexión “Sistema inmune – educación y salud emocional”? Pues bien, estamos frente a un virus nuevo para el cual no tenemos memoria inmunológica, es decir, nuestro sistema inmune nunca se ha enfrentado a este virus y no posee un reconocimiento previo que le haya dejado información importante para que en un segundo ataque la respuesta sea más fuerte, y nuestros soldados como linfocitos e inmunoglobulinas salgan a hacer frente a la infección de manera más rápida y potente. Por lo cual, necesitamos que nuestras defensas estén preparadas para hacer frente al coronavirus, que el sistema inmune este integro, y no presente ninguna alteración que comprometa su funcionamiento. Ya es conocido por todos la importancia de la alimentación para el fortalecimiento del sistema inmunológico, pero quizás debemos hacer énfasis en que junto a una alimentación balanceada, debemos tener equilibrio en las emociones y así evitar alteraciones inmunológicas.


Y, ¿qué relevancia tiene la familia en este aspecto? El distanciamiento social nos ha hecho permanecer las 24 horas con nuestro núcleo familiar, el lugar de trabajo, estudio, descanso, ocio, etc., es compartido por los diferentes miembros de la familia. Una falta de control emocional puede desencadenar situaciones adversas, agravar las emociones negativas, alejarnos de nuestros familiares, desencadenar violencia intrafamiliar, agravar los conflictos personales, generar adicciones, y porque no, disminuir nuestra salud. Es por esto que debemos practicar la gestión emocional, empatía, tener en cuenta que mi visión no es la del otro, dialogar y en caso tal de no poder gestionar mis emociones buscar ayuda para evitar que el problema crezca.


Y, ¿qué pasa con los pequeños de la casa frente a la educación emocional? Sin duda los niños han sido afectados de manera considerable por el aislamiento social, pues ellos carecen de herramientas personales para hacer frente a las emociones negativas. Según la doctora Carol Hewstone, directora de Pedagogía en Educación Diferencial Advance de la Universidad San Sebastián, “los niños en etapa preescolar manifiestan la ansiedad de diferente manera, por ejemplo, el exceso de estrés o tensión física que se manifiesta con dolores de cabeza, berrinches, problemas digestivos, aparición de miedos anormales, trastornos de ansiedad, entre otros”. Es por esto, que es importante que los padres enseñen a los pequeños a identificar lo que les pasa y como salir de ese sentimiento con prácticas como juegos, lecturas, y promoviendo la seguridad en ellos mismos dándoles herramientas para hacer frente a diversas problemáticas.


Es tiempo de pandemia, de distanciamiento social, de lavarnos las manos; pero también es tiempo de conocernos, de abrazarnos y consentirnos en familia, y permanecer juntos para hacer frente a la COVID 19 que sin duda nos ha transformado.


Angélica Betancourt Suarez

Doctora en Biomedicina

Universidad de Barcelona

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